miércoles, julio 28, 2010

despedida 6 ana maria fuster



Despedida 6


“arrullado en la cuna del silencio

Mamando oscuridad, corazón desierto”.

Robi Draco Rosa


Yo.

Exilio.

Soledad.

Ritual de adioses.

Despedida consumada

escucho un llanto subterráneo

mientras peregrino desnuda de recuerdos

de nombres incrustados en la mugre de las uñas

como la sed de todas las aguas empozadas en la sangre

el eco de tantas voces como corazones perdidos sin dueño ni destino.

E

X

O

R

C

I

S

M

O

D

E

S O M B R A S

Y

L A B E R I N T O S

Mis pisadas se alejan del vértigo oscuro de los errores reciclados.

Aquí, muero la última muerte antes de renacerme virgen

purificándome las yagas de las traiciones, mentiras,

bebiendo el salitre de los cadáveres vagabundos.

nos tomamos de la mano por instinto

deambulamos sin noches, sin días

nunca dormimos, caminamos

arrullados del silencio

tan solo silencio

sin ritual

cuerpos

Nada.

Yo.

Ana María Fuster


sábado, julio 10, 2010

despedida 5


Despedida 5


Hoy

me difumino.

como dos almas coaguladas

de sangre y ajenjo

pixeladas en un recuerdo esperado

y el tiempo se esconde del despertador

que nunca despierta,

que nunca despertó.



Desaparezco.

Mis palabras danzan en las sombras

y la locura navega por estos minutos

se me escapan en cada tic tac de arena
en cada dolor peregrino

en cada latigazo del calendario

sorda como los ojos del horizonte

verde, azul, negro, el vacio, nada.



Voy en retirada.

Tan sólo leo el silencio y sus fluidos

tras esta piel desnuda de habitaciones

susurrando manos de tierra y gusanos

convocando esa alma para la mía.


Soy el preámbulo de la última despedida.


Ana Maria Fuster

jueves, julio 01, 2010

La borrachera de poder de algunos de nuestros políticos ha traspasado los límites a los que jamás imaginábamos que nos acercaríamos.

http://www.primerahora.com/condenolaviolenciayelabusodepoder-397325.html

Condeno la violencia y el abuso de poder

Mabel M. Figueroa Pérez
jueves, 1 de julio de 2010
Mabel M. Figueroa Pérez / Primera Hora

No podemos seguir así. No podemos permitir que este caos y abuso de poder sigan reinando en Puerto Rico. No podemos aceptar callados la imposición de violaciones constitucionales. No podemos, porque si lo hacemos nos convertimos en cómplices, como aquellos que con su silencio las avalan.

La borrachera de poder de algunos de nuestros políticos ha traspasado los límites a los que jamás imaginábamos que nos acercaríamos. No querer ver lo que está ante nosotros es vivir de espaldas a nuestra realidad.

El motín que se escenificó ayer en la Casa del Pueblo, así mismo, la Casa del Pueblo, aunque algunos insistan en ignorarlo, fue un bochorno colectivo como secuela de la directriz que impuso, en abierta violación a la Constitución de Puerto Rico y la Constitución de Estados Unidos, el presidente del Senado, Thomas Rivera Schatz, de no permitir a los ciudadanos, a los constituyentes de este país que los pusieron allí, poder presenciar los trabajos de la sesión desde las gradas.

No eran muchos. Estaban dispuestos a presentar sus identificaciones. Nadie había vandalizado la propiedad. Pero, aun así, no se les permitió el acceso a un edificio público como es el Capitolio.



Tampoco hubo diálogo. En cambio, mandaron un ejército de la Fuerza de Choque a lanzar gas pimienta, a dar macanazos a diestra y siniestra y a empujar a todos los que se encontraban de frente. Movilizaron miembros de la Guardia Nacional y también sacaron un “selecto” grupo de agentes de la Unidad Montada como una forma de intimidación.

Era impresionante cómo no marcaron límites, cómo le dieron a todo ser humano que se movía frente a la Casa de las Leyes. A todos, aunque no se les enfrentaran. A todos, aunque estuvieran trabajando, como los compañeros periodistas de todos los medios de comunicación, que, muy valientes, se aguantaron el gas pimienta y los golpes de los musculosos agentes de la Unidad de Operaciones Táctica para que pudiéramos conocer la verdad de lo que allí pasaba.

¡Qué espectáculo! ¡Qué vergüenza!

Por eso fue insólito ver un poco más tarde llegar al superintendente de la Policía, José Figueroa Sancha, tratando de vender una versión de esa violencia desbocada contraria a la que todo el país presenció.

Honestamente fue un insulto al intelecto.

Pues, sepan que este pueblo es más inteligente de lo que piensan funcionarios como Figueroa Sancha y algunos “honorables”, a quienes nosotros, los contribuyentes, mantenemos con sus sueldos para que encima pretendan violentar los derechos sagrados que a todos nos cobijan en Puerto Rico, un país que tristemente ha dejado de ser la “Isla del Encanto”.