viernes, febrero 23, 2024

Ana María Fuster Lavín-microrrelatos

Lectura para el día internacional de la mujer (8 de marzo),
Ana María Fuster Lavín
Siete microrrelatos del libro inédito

Habitantes del silencio:

Las hijas del grito 1

Las hijas del grito 2

Habitantes del silencio (preludio)

El horizonte

La eternidad de Julia

El duelo de Penélope

La casa de la laguna

 

martes, febrero 20, 2024

[La espina que florece, el nuevo poemario de Carlos Roberto Gómez Beras]

 Las espinas de un bosque llamado hombre, llamado Poesía

por Ana María Fuster Lavín

Escritora puertorriqueña



 “Las sílabas nocturnas y los versos blancos / trazaron con símbolos, mientras dormía, / un claro en medio del bosque.” Carlos Roberto Gómez Beras, del poema Bosque, pág. 125

        “La poesía es un intento de aproximación a lo absoluto por medio de los símbolos”, comentó el inolvidable poeta español, radicado y exiliado en Puerto Rico, Juan Ramón Jiménez. Estos símbolos son los recursos poéticos, la selección de vocablos, imágenes, ritmo e, incluso, espiritualidad, misterios y certezas, de lo vivido y leído, de lo sentido y anhelado, y de ese parto etéreo, casi cosmogónico de la creatividad. Así el propio poeta, el laureado escritor y editor caribeño de Isla Negra Editores, Carlos Roberto Gómez Beras, nos reafirma –-en su poemario más reciente La espina que florece (Ed. Isla Negra, 2023), presentado recientemente en la Feria Internacional del Libro de Santo Domingo y ahora en 2024 en San Juan-- que en ese claro del bosque, o luminosidad de la poesía, “están las respuestas a mis rezos, // que no son otras que mis temores // a ser yo mismo lejos de mi derrota” (pág. 125, del mismo poema Bosque, que sirve de espina dorsal del libro, y nos permite construir esta reseña a modo del método de la parte por el todo, en este brevísimo comentario de un poemario hermosamente abarcador, complejo y carente de excesos innecesarios).

En La espina que florece, el yo, la naturaleza, el amor, y la fe o “dios” se funden en ese abrazo: “donde nos habla en silencio/ y donde todo lo que se ha roto/ vuelve a ser una sola cosa / intocada, sin tiempo, / como una rosa en un poema” (del poema Sueño, pág. 15, a modo de pórtico del libro). Ya desde sus primeros versos de esta bitácora del poeta nos transportan a aquella cita del querido poeta José Hierro: «Soy de los que consideran la poesía como una fe en la vida, [pues] La poesía sirve para decir aquello que no se puede decir».  

Así, a través de sus páginas, las espinas y sus cicatrices brotan desde el universo interior del poeta para deslumbrarnos ante su secreto a punto de florecer. Igualmente, la voz poética nos afirma: “Si los árboles nos abrazan, entonces, el hombre es un bosque” (Bosque, pág. 125); ante lo cual, todos los poemas son piezas fundamentales de su naturaleza humana, terrenal y casi mística. Carlos Roberto Gómez Beras nos invita a este bosque donde somos espectadores hipnotizados y cómplices ante esas raíces líricas que florecen desde las espinas, el corazón y las palabras. Nuestros pasos por sus páginas serán siempre de tres en tres, frente a sus complejidades, defectos y deslumbramiento; frente al enigma de la vida, el corazón, la muerte (en sus distintos significados); recalcamos, todos estos conceptos presentados en triadas. Vida, recuerdo, olvido, pues ya nos escribe el poeta Gómez Beras, “el olvido es una muerte, que nos mantiene vivos” (en el poema Olvido, pág. 19), igual como marchitarse, fecundarse, renacer. O como en el poema Viernes, pág. 41, cuando


“La lluvia trae consigo un tiempo

 donde fuimos semilla, rama y hoja.

El viernes es el día donde mueren

las bestias, los hombres y los dioses”.


En este nuevo poemario, Carlos Roberto versa, además, “el misterio insondable de la belleza” —desde su infinita creatividad y profunda sensibilidad— y nos revela la Trinidad del origen, la esencia, la palabra, dividiendo este poemario en 3 secciones Cielo-Axis-Tierra (o bien pueden ser Dios/el Amor/el Alma). O la trinidad del trabajo del poeta que define en el poema Muerte, pág. 25 como “un oficio hecho de labor, emoción y respeto”, en el que la voz poética se aferra a las palabras, aunque acepte que nombrar o decir puede ser “ingrato”, si no se alcanza igualmente ese hablar sin palabras como en su poema Lenguaje, donde une la Trinidad, Dios-Madre-Comunicación (y esta última en nombrar-silencio-lenguaje), pues “la vida se queda en las palabras /La muerte se marcha en los silencios”. (Voyeur, pág. 33). Otra trilogía, palabra, silencio y la divinidad como mujer, poseen la clave.

Sí, la divinidad mujer-poesía posee el secreto de la salvación en este poemario a modo del Evangelio del poeta: ese secreto-mujer en la revelación de ese espíritu santo en cuerpo de poesía que canta, suspira, golpea a la puerta, tal como versa al final del poemario en el poema Tres (pág. 139) en el que esa divinidad o mujer insomne revela:

“Y así, desde el centro de la noche,

te llamará el poema.

Cantará tres veces como un ave. //…”

Y toda esta mística en La espina que florece es producto de un desarrollo del conocimiento y autoconocimiento humano y literario. Vemos, cómo a través de los años, la poesía de Carlos Roberto Gómez Beras ha transitado desde una macroplenitud universal hacia lo más cercano, una universalidad personal, una contundente madurez radicada en la intimidad del hombre, para culminar en la esencia, en especial desde ese Mapa al corazón del hombre (publicado en 2012) -sin olvidar aquella hermosa Paloma de la plusvalía (1996)- formando con cada poemario (Erratas de la fe (2015) Sólo el naufragio (2018), Aposento (2019), Un largo suspiro (2021), Inventario (2022)) un rompecabezas que esperemos nunca complete, porque la poesía misma es infinita, como la sensibilidad e intelecto de nuestro gran Poeta, con su fuente de energía humana y cósmica en el amor, el acto de amar, pues sabiamente Gómez Beras nos educa a fuerza de versos “Nada es más importante

que el amor, //ni siquiera la verdad//…//

El amor es una plenitud

desconocida como un cielo

que nos promete una voz

nacida del prójimo que nos habita

a nos(otros) mismos (del poema Amar, pág. 55)

 Si ya en su poemario anterior Inventario describió un recuento de su vida, sus oficios y roles humanos, ahora nos seduce e invita a un viaje reflexivo a través de su Evangelio del Poeta, con versos libres de maquillajes metafóricos y desnudos de lugares comunes, pero cargados de un gran estudio, reflexión y contenido semántico. Inventario se puede visualizar claramente como el puente o transición poética, mística, reveladora o invitación a su siguiente poemario, este que presentamos hoy La espina que florece en el poema que cierra, donde culmina en lo que Gómez Beras denomina “aprender a leer la fe de lo que muere” de Inventario donde el poeta versa “Un día, creo que fue el último/decidí hacer algo sagrado”… e inevitablemente a eso “sagrado” que definitivamente nos abre las puertas a La espina que florece.

Estos nuevos poemas, que “hablan silencios”, pues en la poesía el silencio es la raíz de las palabras, transitan cual parábolas desde la génesis de su fe (en Dios, la Poesía, la esencia universal), hacia el epicentro del hombre (en otra triada: amar, enamorarse, esa Ella), para finalmente arribar a su alma (o su esencia), que florece en nuevas triadas que definen la existencia, sin dar explicaciones, pues la buena literatura es siempre un reto, una flor que surge desde la inmensidad solitaria de la palabra donde el “cuerpo es cicatriz de una caída desde el cielo”.

El misterio de la Poesía transita en estas páginas, revelándose en una última trilogía Madre- Hijo-Poesía donde el pico del cénit es la madre poeta, mientras que tres veces (en las que no niega como el Pedro bíblico, sino que afirma con amor, fragilidad y humana fortaleza) la voz poética contrasta con su propia orfandad, como ya vimos en su poemario anterior Inventario, en el poema El sueño, pág. 115, donde nos confiesa “Soy huérfano de tantas cosas…”, poemario donde nos presenta una bitácora de su trayectoria humana, de su pasado o recuento de una vida y de su presente a modo de testamento poético contrastando con la atmósfera de La espina que florece, en la cual Carlos Roberto nos ofrece su espíritu, al poeta y al hombre, con sus fragilidades y sus certezas. Así, por ejemplo, se describe “Yo me presiento ser el niño huérfano / que de tus senos rebosantes bebe la nostalgia (pág. 79, del poema Misterio); o bien, en el fundamental poema Axis, pág. 85: “Soy un hijo huérfano de tres padres, / la sangre, el alcohol y la poesía.” Sí, en efecto, otra Trinidad…

No podemos olvidar nunca a la madre este universo literario… La madre, mencionada diez veces en el poemario, en imágenes llenas de fortaleza y ternura, por ejemplo: “la inmensidad del tiempo,/ así como la mano de una madre /sobre una frente florecida/ de sangre, sudor y lágrimas” (pág. 17, del poema Voz) o “Alguien no usará unas zapatillas, dijimos, /que una madre había defendido de los buitres” (pág. 39, del poema Vigilia), más adelante leemos “Al abrir los ojos el cuerpo / se reencuentra con el alma / así como una madre / se abraza al niño extraviado” (pág. 89, del poema Despertar) . O, entre otra de las alusiones a la figura maternal, está el final del propio poema Bosque:

“No busqué esta claridad profunda,

se cerraba y se abría como una pupila

golpeada por una gota de almizcle. Estaba allí, lo juro,

desde el instante que rescataba fotos marchitas

y mi madre muerta me dijo:

Ven, abrázate y vuela”

(final del poema “Bosque”)

Sigamos, volando, leyendo y celebrando entre estas espinas que florecen en la poética de una de las voces más genuinas y destacadas de la literatura caribeña: Carlos Roberto Gómez Beras.

en

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Memoria de la ansiedad...

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memoria de la ansiedad


no quiero ser silencio
he vivido una muerte desgarrada
que se me aferra a la garganta
en pequeñas agujas sicodélicas
que me sepultan en mi recámara
y temo salir aunque lo desee

no, no pretendí rechazar invitaciones
–bueno, tal vez, algunas, varias–
un rumor doloroso se me atraganta
léeme, estoy aquí intentando salir
viva, aunque no me escuchen

me observo frente a la palabra
para fortalecerme de frente
a esta manía de respirar
lágrimas ocultas y sombras
que estallan la soledad
en cada vena aferrada a mi tronco marchito
en cada secreto del paralizante temor
en cada esqueleto apático
en cada yo

soy aposento de ternuras
resquebrajadas por muecas
que vienen y van
como estatuas de terror,
autoenclaustrada me pierdo
prefiero salir y ceñirme a historias
descaradas groseras rabiosas
aunque mis pisadas se atrofien
deprimidas quiméricas locas
–también me dijeron loca–
mas grito susurros invisibles
que coagulan la sangre de mi ausencia

no quiero ser ausencia
muero una vida ajena
que deambula crepúsculos
recolectando mariposas y flores
también pequeños sueños
y soy esa ella también
que versa puentes azules
cementerios y callejones
otras, una esperanza sonreída

igual
quiero ser reposo y caer
desde mi último sollozo
hacia estas letras y mi corazón
abrir las alas bajo la lluvia
decirle adiós a la ansiedad
a las mordazas de mi isla
a las mentiras y atropellos
al humo de un día tras otro
y correr, encender la memoria
desordenada pero decidida
para parir páginas y encuentros
aprender a dejar ir despedidas
atravesar el porvivir de los cuerpos
olvidar que no se puede arreglar
lo que ha huido
y finalmente regresar
a la que soy

Ana María Fuster Lavín
Cicatrices de la memoria
En 

jueves, febrero 15, 2024

Los ojos del hambre (La niña 1)--de Callejón de los gatos



lectura del cuento de Ana María Fuster Lavín: 
Los ojos del hambre (la niña 1), del libro Callejón de los gatos (Premio Nacional de Cuentos del PEN Internacional de Puerto Rico, 2023) 

Premios Nacionales en libros de cuentos y microrrelatos

 Algunos de mis últimos libros premiados...

*[Cuestión de género]-Carnaval de sangre 2

(microcuentos, Ed. EDP, 2019)

*La marejada de los muertos

(microcuentos, Ed. Sangrefría, 2020)

*Callejón de los gatos

(cuentos, Ed. Isla Negra, 2022)

Muy agradecida por el hermoso apoyo.📖💜🇵🇷



Microcuento: Retoñar

 "Retoñar



Me creían muerta, pero conservaba una semilla en la boca. Al abrir mi féretro antes del entierro, mis labios parían una flor y mis pies, raíces."  

--Ana María Fuster Lavín

Notición🥰📖📚🍷...

 este año finalmente culmina mi trilogía de microrrelatos "Carnaval de sangre" comenzada hace 10 años...: 

—Malditas Palabras —

(Carnaval de sangre 3) 

microcuentos y minificciones

2024

 foto por AMFL 🙋🏻‍♀️ (Lisboa, marzo 2023)

🤫🤫 no diremos más palabras malditas... hasta que llegue momento😉

microrrelato El horizonte


 El horizonte


       La niña redacta cómo una rayita lejana oscura difumina los gritos de sus adultos, donde el mar devora al cielo junto a otros ruidos aterradores. Sale a caminar. Extiende sus manos, al intentar tocarla, se aleja. Descubre así que, al escribir, el silencio habita en las palabras de su corazón.

Ana Maria Fuster Lavín

(foto y microrrelato)

Habitantes del silencio

(2022, libro inédito, en espera de hogar...)

martes, enero 02, 2024

Cicatrices de la memoria

 “[…]‘Cicatrices de la memoria’ es un arpa de nervios en que cada cuerda dice ¡ay!, quejido que nos contagia y nos convoca a la solidaridad por tratarse de un ataque letal a la fibra humana que compartimos. El texto se erige sobre un abecedario cómodo por rutinario, accesible, como alfombra tendida sobre el abismo del dolor, invitándonos al vacío cubierto. A esa trampa, adormecidos, llegamos; sobre ella, nos plantamos y, por propio peso, caemos. La múltiple incertidumbre de un ser en busca de definición, que –en su afán inquisitivo– va soltando preguntas como piedrecillas al fondo incierto de ciertas estrofas o que se empeña en rasgar líneas en papel para acariciar las heridas selladas del recuerdo, jamás se soluciona. Lo suponemos, pero nos adentramos voluntariamente a contemplar cómo se cura por medio del trazo aquello que nos infecta como lectores. Ana María Fuster Lavín comulga de nuevo con la angustiosa belleza y el horror de su cosmovisión, y traduce su pensamiento, su experiencia, en navajazos o versos –que significan lo mismo en el diccionario impropio de sus artes oscuras.” 

Carlos Vázquez Cruz ,

 escritor puertorriqueño



domingo, diciembre 17, 2023

Callejón de los gatos, Premio Nacional del PEN de Puerto Rico Internacional

 

Premio Nacional de Cuento PEN de Puerto Rico Internacional

Laudo



            El ser humano es un conglomerado de sentimientos diversos. En general, enarbolamos al amor, la paz y la seguridad como preseas intrínsecas a la vida. Sin embargo, la realidad es que, los colores que pintan nuestra personalidad, tienen un espectro de grises que pocas veces reconocemos. Precisamente, sobre las sombras de un ente, se construye el libro ganador del Premio Nacional de Cuento. El libro premiado posee un balance impactante entre la amplia gama de emociones que caracteriza la realidad de nuestro diario vivir. Además, las historias expuestas están confeccionadas con una prosa exquisita caracterizada por un manejo efectivo y notable de una prosa poética que amortigua el carácter sórdido de algunos de los relatos. El paisaje que el autor pinta se nutre de elementos de todo tipo. Resaltan algunos personajes del lumpen quienes irrumpen como figuras estáticas que la sociedad parece no ver.

            La enigmática figura de los gatos se abalanza sobre el lector como un leitmotiv sinuoso de misterio. Estas criaturas son testigos de las peripecias que sufren los personajes. Aparecen en los puntos culminantes y nos acompañan en silencio hasta el final del texto. La muerte, el insomnio, la soledad, la desesperación y la falta de esperanza hacen que repasemos muchas de nuestras noches para interpolar las sensaciones que sentimos en determinados momentos de nuestras vidas.

            Por la elección deliciosa del vocabulario, por un trabajo ortotipográfico innovador y el uso del misticismo del felino más querido para custodiar las historias sobrecogedoras que componen el texto, el jurado de la categoría Cuento otorga el Premio Nacional de Cuento al libro El callejón de los gatos, de la escritora puertorriqueña Ana María Fuster Lavín.


Menciones de Honor: Oscar Ortega por "No estoy muerto", y Luis Saldaña por Camino de imperf(i)cción

 Jurado:

Emilio del Carril

Marimar Méndez

Urayoán Enrique

Callejón de los gatos, disponible para la venta escribiendo a fusterlavin@gmail.com

y en

 https://islanegra.com/index.php?option=com_virtuemart&view=productdetails&virtuemart_product_id=460&virtuemart_category_id=3

miércoles, noviembre 15, 2023

Obra literaria Ana María Fuster Lavín 2023


 

Ana María Fuster Lavín.

San Juan, Puerto Rico, 1967. Graduada de la Universidad de Puerto Rico, Recinto de Río Piedras. Escritora, editora, correctora de textos y correctora legal (en el Tribunal Supremo de Puerto Rico), redactora de textos escolares y columnista de prensa cultural, también fue maestra de español y de música. Ha recibido diversos premios en los géneros de ensayo, cuento, microcuento y poesía. Su canal literario de YouTube es Mariposas Negras y su blog http://bocetosdeselene.blogspot.com/. Ha participado presencialmente en lecturas y performance de narrativa y poesía en Puerto Rico, México, España, Estados Unidos, Portugal y República Dominicana (además, virtualmente en distintos países). Su obra aparece publicada en diversas revistas y antologías en Puerto Rico e internacionalmente con traducciones al francés, portugués, italiano, inglés.

 Libros de cuentos:

 Verdades caprichosas (Ed. de autor, 2001), Mención de honor Instituto de Literatura Puertorriqueña; 

Réquiem (Isla Negra, 2005), 2do Lugar PEN Club Puerto Rico; 

Leyendas de misterio (Alfaguara Infantil, 2006); 

Bocetos de una ciudad silente (Isla Negra, 2007); 

Callejón de los gatos (Isla Negra, 2022).

Poemarios: 

El libro de las sombras (Isla Negra, 2006), Mención de honor Instituto de Literatura Puertorriqueña; 

El cuerpo del delito (Diosa Blanca, 2009);

 El Eróscopo: daños colaterales de la poesía (Isla Negra, 2010); 

Tras la sombra de la Luna (Casa de los Poetas, 2011); 

Última estación, Necrópolis (Aguadulce, 2018), 

Al otro lado, el puente (Isla Negra, 2018);

 Muro azul silencio (Letras salvajes, 2022),

  Cicatrices de la memoria (Isla Negra, 2023).

Novelas: 

(In)somnio (Isla Negra, 2012), 

Mariposas negras (Isla Negra, 2016).

Libros de Microcuentos: 

Carnaval de sangre (EDP University, 2015); 

[Cuestión de género], Carnaval de sangre 2 (EDP University, 2019) Premio Nacional del PEN Internacional de Puerto Rico 

La marejada de los muertos y otras pandemias (Sangrefría, 2020), Premio Nacional del PEN Internacional de Puerto Rico.


jueves, octubre 12, 2023

Reseña de Cicatrices de la memoria por Lala González Rodríguez


 Gracias a la querida poeta puertorriqueña Lala González-Rodríguez por su hermosa reseña del poemario Cicatrices de la memoria:




"Cicatrices de la memoria; un canto a la melancolía

Por: Lala González Rodríguez 


Sentada en mi sala con una taza de café, termino de releer Cicatrices de la memoria, de la prolífica escritora puertorriqueña Ana Maria Fuster Lavin . No he cerrado bien el libro pues aún siento en mi piel cada golpe de melancolía trazado por el alma de la autora, es como si sus cicatrices emergieran en mi piel. Estos cuarenta y ocho poemas divididos en tres partes son un canto a la melancolía en todas sus dimensiones.

Este maravilloso libro es un manifiesto al existencialismo. Las preguntas no contestadas de la poeta me llevan a cuestionarme: ¿soy? ¿fui? ¿seré?. Me llevan a cuestionar mis propias grietas/dolores/ausencias. Es verme en ese espejo roto de su propia existencia. 

Ana María nos tiene acostumbrados a su vulnerabilidad, este nostálgico poemario no es la excepción. La poeta tiene una forma única de abrirse a sus lectores. Ella mira de frente a la vida/muerte sin temores y deja plasmada cada palabra de manera mágica y magistral llevándonos al nirvana. 

Cicatrices de la memoria es un libro que habrá de cambiar la manera de ver/vivir la nostalgia. Está plasmado de figuras sensoriales muy bien logradas y sus metáforas son impresionantes. Indiscutiblemente es una joya literaria que no debe faltar en ninguna mesa de noche."


Pd. poemario disponible en algunas librerías de Puerto Rico, en www.islanegra.com o escribiendo a  fusterlavin@gmail.com

Último viaje, poema


 

miércoles, mayo 31, 2023

Horror cotidiano y el inframundo sobrenatural Reseña Callejón de los Gatos


 Callejón de los gatos

Ana Maria Fuster Lavin 

Isla Negra Editores, 2022

Horror cotidiano y el inframundo sobrenatural

por Gloria María Toro Agrait "Getea"

publicado en FB 

"Callejón de los gatos es mucho más que el título de un libro que contiene 19 cuentos. La autora nos lleva con sus palabras entre el horror cotidiano y el inframundo sobrenatural de forma tal que durante la lectura olvidé las fronteras y me dejé guiar. Todo lo sentí metáfora real y tangible. 


Su lenguaje descriptivo no abandona el lirismo poético que embellece con la palabra hasta lo más macabro. Mis cuentos favoritos fueron Sonrisa de medianoche y Al otro lado del silencio [la resistencia]. El primero, como varios más en el libro, toca el tema de la violencia de género con matices surrealistas. El segundo se me antoja distopía apocalíptica. Los cuatro cuentos de la niña me inspiran una ternura infinita en un escenario que para muchos podría resultar grotesco. 


La lectura me tomó tiempo, necesité dejar que los cuentos se asentaran en mi psiquis. Al menos a mi me pareció un thriller psicológico. Mientras se avanza en la lectura los personajes entran y salen de cada cuento. Sin alterar el protagonismo de cada uno en el cuento al que pertenece.

En fin, el callejón de los gatos es un universo para visibilizar la tragedia de estar vivo en un mundo que muchos prefieren ignorar. 


No es un libro para estómagos delicados ni el que busca mero entretenimiento. Estos cuentos estremecen, crean conciencia y nos recuerdan que la tragedia es parte del día a día."

Por

"Getea"

 Gloria María Toro-Agrait

escritora puertorriqueña


martes, abril 11, 2023

la rabia desnuda de un grito...

 La rabia



y si solo

he sido la rabia desnuda de un grito

que logró andar desde la nada

hacia el parto polirrítmico del deseo

de nuevas historias de papel

o de una cicatriz porfiada

que se negó a ser espina

igual, de un recuerdo enjaulado

pero insurrecto

que prefiere ser raíz

de un olvido terco que anhela

beber de aquella sangre

agridulce, esquiva,

que te hace el amor

antes de coagularse en cenizas

poco después de la poesía tocar a la puerta

y fundirse en la música de las palabras:


soy la sinfonía rabiosa de una mujer

que se niega a callar ante la lápida

de una calma vestida de nada

--

Ana Maria Fuster Lavín

(poema y foto)

Cicatrices de la memoria

(Pronto)

miércoles, abril 05, 2023

Ana María Fuster Lavín

 


Ana María Fuster Lavín breve bibliografía

 Ana María Fuster Lavín



San Juan, Puerto Rico, 1967. Escritora, editora, correctora, redactora de textos y columnista cultural. Graduada de Universidad de Puerto Rico-recinto de Río Piedras, con premios en ensayo, cuento, microcuento y poesía. Ha participado en conversatorios, presentaciones de libros y recitales de poesía y narrativa en Puerto Rico e internacionalmente. Ha sido traducida al inglés, italiano, portugués y francés y publicada en diversas antologías y periódicos desde los años 90 como escritora, crítica y editora. 


🇵🇷Publicaciones de su autoría: Libros de cuentos: Verdades caprichosas (2002), Mención de Honor-Instituto Literatura Puertorriqueña; Réquiem (2005), 2do lugar PEN Club Puerto Rico; Leyendas de misterio (2006); Bocetos de una ciudad silente (2007); Callejón de los gatos (2022); // Poemarios: El libro de las sombras (2006), Mención de Honor-Instituto Literatura Puertorriqueña; El cuerpo del delito (2009); El Eróscopo: daños colaterales de la poesía  (2010); Tras la sombra de la Luna (2011); Última estación, Necrópolis (2018); Al otro lado, el puente (2018); Muro Azul Silencio (2022), Necrópolis [retorno a la ciudad de sombras (bilingüe, 2022).//Novelas: (In)somnio (2012); Mariposas negras (2016).//Libros de Microcuentos: Carnaval de sangre (2015); [Cuestión de género] (2019) premio Nacional del PEN Internacional-Puerto Rico; La marejada de los muertos y otras pandemias (2020) premio Nacional del PEN Internacional-Puerto Rico.

lunes, abril 03, 2023

Recuerdos...

 Había una vez un pasillo llamado paraíso, llamado hogar... en la Facultad de Humanidades Universidad de Puerto Rico,  recinto de Río Piedras en mis recordados 80s... (foto en algún momento de 1986 a 1989)

Aquí estudiábamos, leíamos (y muuucho), tertuliábamos sueños...libros música cine teatro arte luchas viajes, allí fuimos felices construyendo puentes hacia la esperanza

Los mejores años... en mi Alma Mater



viernes, marzo 31, 2023

Libros disponibles...


 Mis dos querendones Mariposas negras (novela) y Callejón de los gatos (cuentos)... emparentados.

Salieron rumbo a Tenerife, en las Islas Canarias.💜📚

Otras publicaciones



Tengo ejemplares disponibles para la venta, info a fusterlavin@gmail.com









Resucitar, poema Ana María Fuster Lavín

 Resucitar


           “La poesía es un cuerpo resucitado

            que habla en silencio y metáforas”

            --Carlos Roberto  Gómez Beras



y si

muero,

en esta esquina,

de verbos filosos

y mudos

que amputan pisadas

puentes y manos

deshojándome

libro a libro

hasta fragmentarme

--sin nuestra fruta preferida,

sin sílabas ni personajes--

en un torpe balbucear

eclipsado de lágrimas

página a página

borradas desmembradas

como mi propia piel de papel

pero no quiero dolerme

ni llorarme

ni implorar a esas voces

que zigzaguean inquietas

dentro de mí


y si

muero de pie

como los árboles

sin tiempo para huir

ni para visitas

claro, inevitablemente

echaré de menos

aquellos versos

de mi memoria

también de la nuestra

mientras

observo mi sangre

caer al vacío

entre mis sombras

sin despedidas

-o, tal vez, demasiadas-

como ese ayer

en el que desvestí

mi isla

y desiertas ambas

resucitamos

un rompecabezas

de recuerdos

hasta finalmente

arrojarnos sin miedo

al otro lado del silencio

o de la poesía


y si

ya he fallecido

pero me resisto

--invisible metáfora--

inquebrantable

como cuando sobreviví,

criando sola a mi hijo

a veces,

sin suficientes adjetivos,

o al abandono y sus farsas

al cáncer hambriento de mí

a la muerte de una hija

mientras yo, sin saberlo,

me refugiaba de mí misma

frente al espejo de palabras

que se resistían a ser simple registro

de mis desgracias y pasiones


y si

al morir

río aliviada

quizás reconociendo

que finalmente acabo de renacer

alcanzando la fe de mis cicatrices

sola y desnuda de lo vivido,

en esta inesperada paz

--donde ya no permanece

aquel vértigo y sus temores--

donde he aprendido

a caminar entre pálpitos

como confeti al viento

a escribir nuevas certezas

que te quedaste

que me quedé

cuando ya todo estaba perdido

pero permanece intacto

en el sabor de las acerolas

y sus raíces


y si

solo renací

de mi fortaleza

de reescribir mi destino

entre historias y metáforas

como el poema

que nace, palpita

crece desde nuestra fe

en el misterio de sentir

y luego fluye libre

hacia el final de otro callejón

y antes de perderlo de vista

nos dice adiós


  Ana Maria Fuster Lavin 

Cicatrices de la memoria

2024

(foto por AMFL en el Cemitério dos Prazeres, Lisboa)

#DiaMundialDeLaPoesia

Ser locura... Cicatrices de la memoria

 Ser locura



a borbotones 

mi corazón

mis canas y piel

brotan el magma ardiente

de todas mis voces

de estas manos inquietas


y aun calcinada de mí misma

el poema me guía y abraza


¿soy acaso esa locura

          que me ríe y me llora?


Ana Maria Fuster Lavin 

Cicatrices de la memoria

2023

Foto por AMFL

Habitantes del silencio...

 Testimonios de una pequeña hambrienta


El sabor de la carne cosquillea mis manos y tripita, haciéndome reír satisfecha. Antes de regresar a casa, arrojo las sobras humanas a los gatos del callejón. Si se entera mamá me regaña. Está prohibido comerse a menores de cincuenta años, también reír o llorar en la calle. Igualmente me reprenderá porque salí sola, que es peligroso, y aun soy una niña. Una niña hambrienta. Dice que así fue como desaparecieron los humanos puros, y luego muchas de las réplicas, creadas a falta de suficientes nacidos. Luego llegamos las primeras mutantes o réplicas evolucionadas como explicaba el doctor que me cuidó en mis primeros años.

El hambre es todo. No me importa ser diferente. Quienes pretenden protegernos, mienten. Temen mi hambre. Solo les obligan a la reproducción masiva y descartan a quienes incumplan los estándares del Código Moral. No me pueden culpar del exterminio, aunque mami me castigará. La mayoría no ha muerto por una pequeña caníbal hambrienta, sino por las ejecuciones a quienes desobedecen este Nuevo Régimen. Mamá dice que no me harán nada por no ser réplica, pues ambas somos las primeras dos mutantes.

         Ahora, soy la única viva. No pude evitar comérmela antes de su regaño.

--



Ana Maria Fuster Lavín

Habitantes del silencio

microcuentos y minificciones

(2023 o 2024)

*gato "oportino", foto AMFL

Somos voces perdidas en el espejismo de la memoria

En el laberinto del olvido

 


Somos voces perdidas en el espejismo de la memoria, meditaba José frente al espejo del baño. Voces entrelazadas, confundidas en el calendario. Somos la llave de la despedida final. Se observa en su propia voz de adolescente enamorado y asustado. Está tan nervioso que los revolcones intestinales lo llevan más de tres veces casi corridas al inodoro. El trono, como le decía abuelo Manolo. Aún no daba crédito a su osadía: esconder aquella cartita cursi, con torpes metáforas, en el bulto de Bequi. Al principio le pareció una idea brillante, ahora estaba literalmente “cagaíto”. Por lo que, en la mañana siguiente, ideó cómo inventarse una enfermedad para evadir la escuela. El drama fue infructuoso, puesto que aun así su abuelo lo obligó a ir a clases.

― Cheíto. ¡El poema es tuyo, a que sí!

― ¿Qué poema Bequita? —le contestó José abochornado con su rostro ardientemente entomatado.

― “Niña de rizos achocolatados/risa de gatita que canta en las noches/quisiera dormir mis besos en tus labios/hasta convertirme en gato y brincar el muro junto a ti” ― le leyó Rebeca, en voz tan alta y emocionada, que todos en la cancha rieron.

 

José intentó huir abochornado entre lágrimas, pero Rebeca fue tras él, y le suplicó que volviera a la cancha. Allí frente a todos le obsequió un tímido beso en los labios. Desde ese día los llamaron “los gatitos”. Y José estaba orgulloso de ser todo un gatito enamorado.

 

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En ocasiones, a lo largo de su vida, la mente le hacía maldades pasando breves temporadas de angustiosos letargos. Aún estaba consciente de la mayoría de aquellos vaivenes; además, su hija Hortensia y el médico le explicaron, cómo progresará su enfermedad. Unos días observaba su reflejo de viejo cansado y no podía dar crédito de cómo la vida daba esos saltos desde un extremo hasta el otro: joven y viejo, el ayer y el quizá ahora. En ocasiones escuchaba a su mamá, quien había muerto en el parto de su hermanito. El niño murió años después, ya casi adolescente, por una malformación con la que había nacido, aunque en el pueblo dijeron que había sido asesinado. José solo siguió escuchando a su madre durante dos o tres meses tras su muerte y luego calló para siempre. Sin embargo, el eco de los chillidos y la voz de su hermano nunca lo abandonaron.

  José intentaba aferrarse a uno de los dos extremos de la vida, que poco a poco se distanciaban más. Todo menos caer. Por el momento. Allá abajo, en el abismo, solo habitaba el olvido. Solo tenemos que aferrarnos fuerte a alguna de esas voces que fuimos, se repetía en voz alta, hacia la puerta abierta que da a la habitación. Rebeca, has sido siempre mi eterno salvavidas. El viejo recuerda que ella había abandonado su prometedora carrera de voleibolista por él y estudió un grado asociado en enfermería, poco después de nacer la nena.

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Aquella hilera de colmillos babeantes acompañada de una respiración filosa llegó a morderle el antebrazo izquierdo y al tratar de zafarse le alcanzó la muñeca izquierda. Sintió cómo la voz de aquel grotesco preadolescente, extrañamente parecido a él, fue penetrando por sus venas hasta radicarse en su mente. José se dejó caer en la marquesina de su hogar, mientras el riachuelo de sangre bajaba hacia la acera. Al par de minutos el gato de sus vecinos se acercó y comenzó a maullar fuertemente parecido al llanto de un bebé. Fue así como un joven que pasaba en bicicleta volteó la vista y lo vio, llamando de inmediato al 911.  

Cuando Rebeca recibió la llamada del hospital se encontraba en el camerino con sus compañeras del equipo escuchando las estrategias de la entrenadora para ganar la semifinal. Además, la acaban de fichar para un equipo en Italia con un buen contrato. Le daría esa buena noticia a su marido cuando llegara a la casa, además tenía dos botellitas de cava para celebrar. La secretaria del coliseo donde se celebraba el evento, le avisó que tenía una llamada urgente en el teléfono de la oficina. De ahí salió veloz al hospital, arrojó por la ventana la carta del equipo italiano y su carrera deportiva.

 

― Cheíto, amor… ¿qué hiciste? Llegué tan pronto pude.

―  Las voces, Bequita, las voces.

―  Ven aquí, mi gatito. Abrázate a mí.

 

José permaneció unos días en el hospital; luego fue trasladado dos semanas a un sanatorio, donde le brindaron tratamiento para un diagnóstico de depresión. Los medicamentos adormecían aquellas voces y sus apariciones. Le otorgaron una tregua de sanidad, por lo que logró terminar sus estudios y graduarse de abogado. Además, se dedicó a proteger a su mujer y consentirla. Se lo merecía. Y cuando nació Hortensia, intentó ser el mejor padre.

Hay secretos en el fondo de la memoria, que no deben ser recordados. Son esos recuerdos los que el huracán de los años se encarga de volarlos lejos, pero están allí entre los escombros. Sin embargo, su esposa no le permitía que estuviera mucho tiempo solo con la nena, no fuera que tuviera uno de esos bajones depresivos o le contara sobre las voces o fuese a hacer alguna locura. Ella conocía la historia del preadolescente muerto en la casa abandonada. Aquel hermanito de Cheíto, que la familia mantenía oculto, por vergüenza. Todos en el pueblo decían que tenía la cara de un demonio, con dientes afilados y gritaba poseído. Un día apareció degollado. Beca nunca le confesó sus sospechas a José.

― ¿Me escuchas, Bequita?

―  Sí, viejo loco.

― ¿Recuerdas cómo nos decían en la escuela?

― Sí. Ven gatito, léeme uno de tus poemas, ― le gritó la anciana desde la cama, con una tos ahogada e interminable.

― Viejita, estás ardiendo.

― Me tomé un tecito de manzanilla y dos pastillitas de paracetamol—dijo con dificultad, por la tos.

― Viejita, que ya no eres enfermera, hay que buscar ayuda. ¿Qué te pasa? Respira, amor, respira suave…

 

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― Papi, soy Hortensia, me acaban de llamar del hospital. Es mami…

― Ella está aquí, dormidita.

― No, papi. Recuerda, el hospital.

― ¿Cómo así? Tu mami se jubiló del hospital hace como 15 años.

―  Intenta recordar. Ella está con COVID desde hace casi un mes. Papi, la pandemia.

― Lo que digas—José observa la cama vacía y comienza a llorar.

― Papi, tranquilo. Recuerda lo que dijo el doctor. El Alzheimer… Pero escúchame. Te busco en cuanto amanezca. Mami está bien malita. Tenemos que despedirnos.

― Lo sé, nena… no aguanto más. Mi mente es una pesadilla.

― No llores, papi. Ustedes han sido los mejores padres.

― Es que nunca te contamos, tu madre y yo. Siempre he tenido un demonio en mi mente. Y no es el alemán este.

― Ahora no… Mami ya no está respondiendo a los tratamientos. Papi, reacciona.

― Bequita me ayuda a silenciarlo. Es mi hermano, cuando murió se metió en mí.

― ¿De qué hablas? Papi, tranquilo.

― Yo fui quien lo mató. Tuve que hacerlo.

―  Mami se nos muere.

― Sin ella no hubiera podido pasar la reválida. Mañana voy a corte por primera vez.

―  Reacciona. Eso fue hace décadas.

― La buscaré tempranito. Daremos un paseo hasta la charca. Le pediré que se case conmigo.

― Papi, date un bañito. Tómate las pastillas. Te recojo en cuanto amanezca para ir al hospital.

― …no soy un niño. Me baño si quiero. Dile a abuelo, que no voy a ir a la casa abandonada. Allí vive el demonio.

― Papi, por favor. Cuenta hasta veinte, toma las pastillas y el bañito. Voy para allá, pero con el toque de queda voy a tardar un poquito más.

― Solo somos voces, unas cosechan poesía para llenar de luz los recuerdos; otras son abismos que nos jalan hacia el olvido; también somos silencios, esos me llevan a ella… Tú me entiendes Rebequita.

― Soy Hortensia...

― Que te bendiga, mijita…― José colgó el teléfono y danzando se dirigió al baño.

 

Se mira al espejo y se ve deformado. El grito que sale de este es tan estridente que el cristal se craquea. Es hora, es ho ra, esssss hoooo raaaa.  O te vaaaaaas con ella, o con mi gooo. Es hora, repite el viejo, es hora, es hora… Se echa agua en el rostro, toma sus medicamentos y cuenta hasta veinte. Se vuelve a echar agua y repite el conteo.

“Respira profundo”, “lávate la cara”, “cierra el grifo”, “cuando hagas caquita, baja la cadena”. El viejo comenzó a reír entre lágrimas, desprendiendo los papelitos con esos mensajes que había pegado su mujer en la pared del baño. Le llamaba capsulitas para la memoria.

― Ven, gatito, mañana todo va a estar bien.

Escucha la voz de la esposa desde la cama, se acuesta junto a ella. Despierta por el timbre del teléfono. Al darse cuenta de que está solo, comienza a llorar, un lastimoso llanto de bebé. Vuelve a sonar el teléfono, es Hortensia para avisarle que ya está de camino, que llegará como en media hora, pero cuando intenta responder solo gime.

― Papi, no te entiendo, no cuelgues.

José no le hizo caso. Colgó el teléfono al escuchar golpes en la puerta de entrada, con aquel ritmo particular, que usaba ella cuando eran novios, a modo de código secreto.

¡Rebeca, regresaste!    … Claro, amor, me voy contigo.

José abrió la puerta. Ella lo abrazó y se fue con ella. Ambos, convertidos nuevamente en aquellos gatitos enamorados se arrojaron al laberinto del olvido.

 


Ana María Fuster Lavín

Callejón de los gatos

(Ed. Isla Negra) 
Foto Ana Maria Fuster Lavin

lunes, agosto 22, 2022

"2020 (para verte mejor)”: la nueva microficción ilustrada de José Rabelo

 La necesaria y sanadora “urgencia de escribir” en “2020 (para verte mejor)”: la nueva microficción ilustrada de José Rabelo



Ana María Fuster Lavín 

escritora puertorriqueña


     Las pesadillas quedaron enredadas entre ramas y hojas. “Te libero en mi sueño, atrápame en el tuyo”, fue el diálogo. Desde entonces, la realidad no despertado. José Rabelo, En un atrapasueños, pág. 13

     Un escritor, en específico José Rabelo, y la cámara de su celular caminan por una tierra desolada, un virus que lleva al encierro y a la soledad para ver mejor ese 2020… ¿Acaso esa virulenta soledad no era nuestro destino tras olvidar la esencia de la vida, por haber destruido la naturaleza? ¿Cómo sanar una comatosa sociedad? ¿Será acaso, abriendo los ojos… palpar la vida desde la empatía y la creatividad?

      ¿Y cómo despertamos de esta nueva realidad? No es necesario. ¿Acaso queremos volver a lo que fuimos? Preferiblemente ya sería otra, pero no todo es fatalismo en esta publicación, mientras las pesadillas queden enredadas y compartamos nuestros sueños. La realidad se transforma constantemente como la materia “ni se crea ni se destruye, sólo se transforma”, según expone la Ley de Lavoisier, del  francés  Antoine-Laurent Lavoisier  (1743-1794) conocido como el padre de la química. Así como en las manos de un escritor y fotógrafo, todo es posible frente a esta humanidad que, al igual, constantemente lucha contra sí misma. De eso estábamos claros, muchas cosas las dábamos como rutinas, hasta que llegó el 2020. Al menos a los que nos ha tocado vivir en esta época siendo ya adultos. Así de claro, está nuestro autor.

      Rabelo nos presenta su aparente (pues en los escritores todo es aparente) bloqueo pandémico, mientras la Tierra convulsa entre incertidum¬bres, la abrumadora soledad del encierro y la distopía vivida son parte del mosaico de sus cavilaciones, quien a través de este libro, cargado de palabras junto a su cámara, reflexiona en pequeñas treguas esperanzadoras paso a paso hacia un nuevo amanecer y hacia la poesía misma como puente entre la imagen “retocada” y la micronarración. Al fin de cuentas, el propio escritor le dedica su libro al bloqueo dándonos la clave: “a mi bloqueo durante la pandemia por insertarme en la realidad de un mundo imaginario”.

Este libro no es la primera publicación microcuentista del escritor puertorriqueño José Rabelo, quien ya incursionó en este género breve con su libro 2063 y otras distopías, también publicado por la editorial Isla Negra (2018), donde presentó una realidad futurista a nivel colectivo, producto de plagas y parásitos creados por el hombre. En el caso de 2020 (para verte mejor) hace un viaje fotográfico microapalabrado durante la realidad pandémica que aún vivimos, que va del yo al otro, del mundo interior al planeta como ser vivo; mostrando, además, su dominio del género breve.

    Según la hispanista española Irene Andrés-Suárez, el microrrelato es “un texto literario ficcional en prosa, articulado en torno a los principios básicos de brevedad, narratividad y calidad literaria.” Y afirma: “No hay microrrelato sin una historia, sin una trama, sin una acción, sustentada en un conflicto y en un cambio de situación y de tiempo, aunque sean mínimos”.

    En fin, microcuento es un texto breve de naturaleza narrativa y ficcional, que empleando un lenguaje preciso y conciso se sirve de la elipsis para contar una historia, libre de detalles, descripciones y otros maquillajes ambientales. Los personajes –o personaje narrador– deben revelarse por sus acciones (incluye los pensamientos) más que por sus caracterizaciones y la condensación temporal es fundamental.  

   Expresa la reconocida microficcionista argentina Ana María Shua en su libro “Cómo escribir un microrrelato”: “Hay una técnica para escribir microrrelato. Es parecida a la de los talladores de diamantes. Pero también hay un misterio: el de los mineros. … Cómo y dónde encontrar esa piedra, esa veta que llevará al diamante, cómo reconocerla en la pared de roca... Hay, sin embargo, formas de aproximarse al misterio, ejercicios que lo pueden conducir a ese socavón de la mina donde está escondida la veta de sus propias ideas.” Y las de Rabelo en esta publicación son todo un big bang  de posibilidades y sensibilidad.

    Luego de excavar en los sueños, durante el bloqueo pandémico, aparece ese brillante en la esencia del yo (y la humanidad) y de la propia Tierra –temas principales de este libro--, incluido el culto a la naturaleza. Incluso haciendo alusiones a la mitología taína, hasta llevarnos en un viaje al centro de la patria. Sus diamantes son microcuentos visuales y apalabrados, que revientan el letargo pandémico tal como si fuese la metamorfosis de la mariposa ,o de ese enorme y ensordecedor silencio del bloqueo creativo.

    Aquí este se da en un verdadero creador de universos –no olvidemos que Rabelo domina a la perfección el género de la cienciaficción--  y con la sensibilidad infinita de ofrecernos nuevos mundos ante este ya colapsado producto de la maldad humana. Así, nos brinda la propia cura ante esta ceguera humana que nos impide crear con él esos nuevos mundos, y habitarlos. Es su propio Ensayo sobre la ceguera. Y lo fundamental para sobrevivir en los momentos de infinita soledad ante la incertidumbre, radica en solo cargarnos de las palabras e imágenes que, en un abrir y cerrar de ojos, retratan instantes de paz para transcribirlos. Quizá descubrir el corazón urgente y necesario de este libro y de su autor, nos brinde el medicamento mágico para romper los bloqueos de la esperanza. Al fin de cuentas, no nos sorprende que siendo escritor, actor, pintor, cineasta, médico de profesión y profesor en creación literaria, este hombre renacentista o renacido, llamado José Rabelo, sea quien nos obsequie un bálsamo de Fierabrás, el remedio mágico que todo lo curaba, que es la sensibilidad del escritor y escritora. En este caso el bálsamo está compuesto de fotografía y palabras estructuradas en microcuentos. Y  de repente…

Anoche soñé

   “Un mundo en donde no podía salir de casa por temor a otro ser humano aunque fuera amigo o familiar. Tampoco era posible conversar con desconocidos. Hoy iré a vacunarme en contra del mal de la imaginación.” --José Rabelo, página 21.

O quizá la cura es el niño del siguiente relato, que agarró un libro y no ha parado de leer. No nos sorprende que la clave esté en un niño, pues en Rabelo, el tema de los niños está presente en sus obras; incluso ganó el premio Literario Infantil El Barco de Vapor, por su hermoso y hábil libro el Club de Calamidades, sobre un grupo de marginados e ingeniosos preadolescentes, certamen del cual tuve el honor de ser parte del equipo evaluador de los manuscritos enviados.

 En 2020 (para verte mejor) nos presenta su lado más lírico, introspectivo y lúdico para indagar, y entender, la nueva realidad de nuestro hogar: que es el individuo (el yo), el planeta y sus habitantes (donde todos somos semillas, de este planeta Tierra vivo, como expresa el autor, más específicamente en el microrrelato El científico, página 29) y que, al igual, son nuestros an¬helos, además nos recuerda la importancia de salvar el ambiente. ¿Acaso hemos provocado nuestra propia soledad y evitado los sentimientos? Somos mucho más que esas fotografías de abandonos, juguetes abandonados, sillas vacías, paisajes monocromáticos. Como ya comentó hace varias décadas el fotógrafo húngaro André Kertesz (1894-1985) “en la fotografía hay una realidad tan sutil que llega a ser más real que la realidad”.

   Este libro es una hermosa invitación a reinterpretar nuestros bloqueos creativos, los sueños y la vida misma para redirigirlos a nuestra esencia más íntima, la sensibilidad. Página a página es un recorrido in crescendo hacia la esperanza, tanto en el contenido literario como en las propias imágenes fotográficas tornándose paulatinamente más brillantes, multicolores y con diversos planos, movimientos y profundidades. 

   El artista visual, retocador digital y fotógrafo colombiano Hersson Piratoba, expresó recientemente que «las fotografías más bellas son aquellas que te generan recuerdos. Incluso si aún no lo has vivido». Y así ocurre con el trabajo de fotografía y retoque digital de Rabelo, al igual que se depura un microcuento (o la metáfora de Ana María Shua ese pulir el diamante que encontró el minero) algunas imágenes fotográficas de nuestro autor podrían ser parte de nuestra realidad, otras son parte de su  imaginación y personal realidad, pero nos provocan un sentido de cercanía y las incorporamos como propias, según vamos leyendo los textos, como semillas para reconstruirnos, junto a las páginas del libro.

   Al fin de cuentas, regresando a las instrucciones de Shua para el microcuento, así como el trabajo del minero “cada palabra tiene el peso de una roca. Por otra parte, el gran placer del escritor de microrrelato (en comparación con otros géneros) es la posibilidad de llegar de una sola vez desde la torpe materia prima hasta una joya perfecta.” Sí, definitivamente Rabelo lo logró con eficacia.

   Les invito al finalizar de lectura de este libro, palabra+imagen, vayan a modo de cinematógrafo mudo pasando rápido las fotos y verán un hermoso micro o nano cortometraje. Igual se puede leer sin las imágenes. Son tres libros en uno, tal como somos la Tierra, el yo y el otro, somos trilogías, en este caso la del caminante-personaje de 2020, y del universo creador de nuestro médico, escritor y docente trinidad del excelente ser humano que es José Rabelo.

   El autor nos ayuda a romper el bloqueo vital y retoñar. Nos convoca a salir, escribir y crear, aunque al principio nos asfixiemos. Como el poema musicalizado del cantautor puertorriqueño Roy Brown “sal a caminar/no estés quieto/te vas a enfermar/detenerse sin razón/afecta la circulación /si me pierdo me pongo a cantar…”. 

   En el caso de Rabelo con su libro-arte 2020 (para verte mejor) si te pierdes en el silencio de la apatía, del bloqueo pandémico, del miedo, tienes que ser semilla y retoñar en las imágenes y palabras, en la imaginación, en los colores y sin pensarlo salir y ser un nuevo yo, un nuevo libro.

XXXIX--Juego

“Y escapo de maremotos virales, me escondo de monstruos redondos con espinas, rescato a mis amigos de explosiones con nubes venenosas, corro, salto, sudo, grito, me arrastro aunque me asfixie con mi masca¬rilla... Por lo tanto existo.” –José Rabelo, página 87.

    Recorramos pisada a pisada este mundo mientras somos mejores lectores, mejores personas, pues “no nos conforma[re]mos con ser fugaces” e inevitablemente nos atrapará la necesaria y sanadora “urgencia de escribir” y verdaderamente existir.

Ana María Fuster Lavín 

escritora puertorriqueña

*2020 (para verte mejor),

se presenta el martes 6 de septiembre de 2022, a las 7pm, en la librería Casa Norberto de Plaza las Américas.